diumenge, 15 de febrer del 2009

BRONQUISTA EN CARACAS

Marià de Delàs y Bonifacio Cañibano (Periodistas)

La expulsión del eurodiputado del PP Luis Herrero de Venezuela es otro incidente más en las muy malas relaciones que mantiene el Partido Popular con el gobierno de de Venezuela. Esta no es ni mucho menos la primera vez que la derecha española intenta arrojar sombras sobre la democracia venezolana. En ese contexto de permanente conflicto hay que situar la fulminante expulsión del eurodiputado promovida por el Consejo Nacional Electoral.

El Gobierno venezolano y el PP tienen una deuda no resuelta, que interfiere con preocupante frecuencia en las relaciones entre Madrid y Caracas. El penúltimo incidente importante se produjo en 2007 en la clausura de la XVII cumbre Iberoamericana, aquel día en el que el Rey le dijo a Chávez aquello de “¿porqué no te callas?”. Nunca se explicó bien la raíz de aquella inusitada bronca real, pero merece la pena recordarla ahora porque está en la base del agravio que el gobierno venezolano siente haber recibido de España. Lo que pasó entonces, inmediatamente antes de la intervención del Rey, fue que Hugo Chávez afirmó que José Maria Aznar era un fascista y Rodríguez Zapatero pidió respeto para el exjefe del Gobierno español.
Con independencia del acierto o desacierto de esas intervenciones, la pregunta que apenas se planteó en los medios españoles fue el por qué Chávez tildó a Aznar de fascista. Porqué el presidente venezolano tiene esa opinión tan deplorable del expresidente español.

Hay que remontarse al año 2002 cuando una parte de la oposición venezolana, apoyada por algunas embajadas extranjeras, perpetró un golpe de estado contra el gobierno bolivariano. En los pocos días que el empresario Pedro Carmona usurpó la presidencia de Venezuela ,tuvo tiempo para recibir en el palacio de Miraflores a Viturro de la Torre, el embajador en Caracas del gobierno de Aznar, que había recibido instrucciones del ministro de Asuntos exteriores, Josep Piqué, para apoyar el golpe. Esto es lo que cree Hugo Chávez y esto es lo que confirmó el actual ministro de exteriores español, Miguel Ángel Moratinos, el 1 de diciembre de 2004 en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, cuyas actas no nos dejarán mentir.

Hoy tanto en Caracas como en Madrid los dos gobiernos son conscientes del apoyo que prestó el ejecutivo de Aznar a los golpistas, cuya acción provocó 19 muertos. El PP nunca pidió perdón por aquella actuación cuyo portavoz de exteriores Gustavo de Arístegui calificó de “revuelta popular que abre la puerta a la esperanza”.

Llueve sobre mojado en las calles de Caracas que ha pisado el eurodiputado del PP, invitado como observador por el partido democristiano Copei, que por cierto también estuvo en el epicentro de aquel golpe de estado.

No nos cabe duda de que Luis Herrero conocía estos envenenados antecedentes. Aún así nada más llegar a Caracas como observador internacional, ha acusado al Presidente de ser un dictador y ha cuestionado la calidad democrática del referéndum. No parece que esa sea la labor de un observador extranjero ni la actitud de un diputado de la Unión Europea
En Caracas los medios cercanos al Gobierno destacan hoy la actitud busca broncas del eurodiputado, hijo del que fuera secretario general del Movimiento, Fernando Herrero Tejedor. Recuerdan que es un asiduo de las tertulias de la COPE y amigo de José María Aznar. El Gobierno de Venezuela ha calificado su actuación de “intencionada”, que es una manera elegante de llamarle provocador

Tiene Herrero una curiosa concepción de lo que es un dictador, que desde luego no suele ser un tipo aficionado a las elecciones. Un dictador era Franco que no llegó al poder tras ganar en las urnas, como muy bien sabe el eurodiputado. Hugo Chávez llegó al Gobierno tras ganar las Presidenciales del 98. A lo largo de diez años ha vuelto a ganar en doce consultas electorales y ha perdido en una. En todas ellas se presentaron todos los partidos de la Oposición que quisieron. La OEA y los observadores internacionales certificaron su limpieza.

El artículo 72 de la Constitución venezolana establece que el veinte por ciento de los electores puede promover un referéndum revocatorio a la mitad del mandato del Presidente para evaluar su acción de gobierno. Así se ha hecho en Venezuela por dos veces y el electorado ha vuelto a ratificar a Chávez. Este control al jefe de Estado por parte de los votantes y esa inflación de llamadas a las urnas no se corresponden con los usos de un dictador.

Seguramente el presidente venezolano tiene otros flancos más débiles por donde la derecha pueda atacarle. Herrero debería de utilizar otros argumentos más imaginativos que no se estrellasen una y otra vez con la realidad de cada consulta electoral que se celebra en Venezuela. Salvo que no haya ido a Caracas a observar el desarrollo del referéndum sino a buscar una bronca política y ciertamente para eso no es necesario trabajar ni explicar, basta con repetir una vez más la cantinela del Chávez dictador. Una mentira muchas veces repetida no se convierte en verdad, pero mucha gente se la cree.

Ha dicho Herrero dos días antes del referéndum, que el hecho de que los colegios electorales se cierren esta vez a las seis de la tarde y no las cuatro, “puede ser utilizado… para tratar de hacer algún tipo de maniobra que no sea transparente y que no sea democrática”. ¿A qué se esta refiriendo? La normativa electoral venezolana establece que mientras haya electores en las colas de los colegios estos permanecerán abiertos hasta que todos voten. En muchos colegios ha sido habitual esta circunstancia en las consultas pasadas y parece razonable que el Consejo Nacional Electoral, que es el órgano competente para hacerlo, prolongue el horario dos horas para que los ciudadanos voten con más comodidad.

¿A quien le puede interesar el horario reducido? Sólo a los que les favorece la abstención y estos son los partidos de la oposición a los que estaba apoyando Herrero. Ellos ganaron el referéndum del 2007 porque un millón largo de votantes chavistas se quedó en casa y se produjo una abstención del 44,11 por ciento. Cuanto menos tiempo estén abiertos los colegios más posibilidades tiene la abstención, este es el planteamiento real que se esconde detrás de las alegres declaraciones del eurodiputado cuando ha revelado al mundo que pudiera haber maniobras antidemocráticas, que no especifica, al ampliar el horario de los colegios.

Los venezolanos fueron llamados a las urnas el domingo para ratificar el cambio de cinco artículos de la Constitución, entre otros el que posibilita a diputados, alcaldes, gobernadores y al Presidente de la República a optar como candidatos a las elecciones sin límite de convocatorias. Eso es lo que ocurre en diecisiete países de la Unión Europea. Chávez podrá volver a ser presidente sólo si los ciudadanos le votan. Si eso fuera intentar perpetuarse en el poder también lo sería lo de Helmut Kohl que gobernó durante 16 años en Alemania, lo de Chirac que estuvo 12 en la presidencia francesa o lo de Manuel Chaves que gobierna en Andalucía desde hace 18 años.

No se trata, como sostiene Herrero, de la repetición del referéndum del 2007 perdido por Chávez. En aquella ocasión se planteaba la reforma de 60 artículos de la Constitución, entre los que estaba la anulación del límite de convocatorias y además una reforma amplia del ordenamiento social venezolano. Una iniciativa que incluía la reforma agraria, la supresión de los monopolios, la organización comunal de los barrios y otras medidas de carácter socialista que pondrían los pelos de punta al eurodiputado.

Luis Herrero ha irrumpido en el referéndum venezolano como un elefante en una cacharrería. Ha roto el código de conducta de los observadores internacionales interviniendo en el proceso electoral, criticando abiertamente a las autoridades electorales e insultando al presidente de la República. Ahora se enrocará en el papel de víctima y los medios cercanos al PP amplificarán y tergiversarán el incidente “ad nauseam” durante los próximos días. Así se habrá cumplido el objetivo para el que Herrero viajó a Caracas: montarle una nueva bronca a Chávez.